jueves, 25 de febrero de 2010
El descuartizador de Barracas
Era un oscuro corredor de seguros, de aspecto inofensivo. Pero en febrero de 1955, Eduardo Jorge Burgos (que tenía 30 años) fue rebautizado. Aquella imagen de perfil bajo quedó atrás cuando empezaron a llamarlo "El descuartizador de Barracas".El cambio ocurrió cuando la Policía Federal descubrió que, en un ataque de celos, Burgos había matado a su novia para después descuartizarla y esparcir sus pedazos en varios lugares de Buenos Aires.La víctima se llamaba Alcira Metygher y tenía 28 años. Burgos la mató de un golpe y, en la bañera de su casa de la avenida Montes de Oca, la descuartizó. Para deshacerse del cuerpo pensó un plan macabro: puso los restos en prolijos paquetes y empezó a dejarlos por la ciudad.Unos días después del crimen —y cuando a la joven ya la buscaban por todos lados— un cura encontró parte del cuerpo en Loma Hermosa. Pasaron otros días y en Villa Soldati, cerca del arroyo Cildáñez, aparecieron otras partes. Los restos que faltaban los hallaron a las pocas horas, flotando en el Riachuelo.Burgos fue detenido cuando escapaba en un tren hacia Mar del Plata. Dijo que la había matado porque Alcira rechazaba sus propuestas de casamiento. Y explicó que los celos lo enloquecieron cuando, en el bolso de su novia, encontró una carta de otro hombre. "Ese fue el detonante", declaró.Le dieron 20 años de cárcel. Pero seis años antes de que se cumpliera el plazo, salió por buena conducta y volvió a vivir en el mismo lugar en el que había descuartizado a su novia. Pero había cambiado: por un tiempo predicó la palabra de Dios, como pastor evangélico. Después su rastro se perdió.
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