Allá por los 80, el Circo de los Zares desembarcó con su fascinante espectáculo en Buenos Aires. Miles de personas concurrían diariamente para disfrutar o aterrorizarse con la presentación de fenómenos nunca antes vistos. Uno de ellos era Belek, un enano proveniente de la mítica zona de Cárpatos, donde habitaba el Conde Drácula Belek se había convertido en una de las sensaciones del circo, pero un día algo sucedió. El “hombre bala” y la “mujer barbuda” descubrieron al enano clavando sus filosos colmillos en el cuello de uno de los monos tití de la compañía y el dueño decidió echarlo de mala manera.
Lejos de su hogar, Belek encontró refugio en una casa abandonada del barrio de Flores. Como no tenía dinero para comer tuvo que rebuscársela y, fue ahí, donde misteriosamente los perros y gatos del barrio comenzaron a aparecer muertos con marcas de colmillos en sus cuellos.
Los vecinos asustados por la destino de sus mascotas, comenzaron a investigar y llegaron a la conclusión de que el nuevo habitante del barrio era el culpable de estos crueles episodios. Así fue como un día entraron a la casa del enano vampiro e intentaron asesinarlo. Pero Belek fue más rápido y escapó hacia el cementerio de Flores, donde aún -aseguran- habita, sediento de sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario