jueves, 25 de febrero de 2010

Yiya Murano

María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano, más conocida como Yiya Murano (La envenenadora de Monserrat), (20 de mayo de 1930 - Corrientes, Argentina) es conocida en Argentina por haber cometido tres homicidios, siendo declarada culpable el 28 de junio de 1985.


Este es uno de los casos policiales más famosos de la Argentina.

La historia de esta enigmática mujer, esposa de un abogado e hija de militares, empezó el 24 de marzo de 1979 cuando Zulema de Venturini moría en la escalera del edificio de la calle Hipólito Yrigoyen donde vivía.

Los médicos diagnosticaron paro cardíaco. Las hijas de Zulema se percataron de que entre las pertenencias de su Madre, faltaba un pagaré por un valor de 20 millones de los entonces pesos ley. El portero del edificio dijo que mientras la Sra. de Venturini agonizaba en el interior del edificio, una mujer había llegado a visitarla con un misterioso paquete en mano (que luego se descubriría que eran masas, una especie de galletas dulces, muy común en Argentina), había entrado en la vivienda de la mujer y salió raudamente con un papel en la mano y con un frasco en otra. Era Yiya Murano, la deudora de ese pagaré.

Se realizó una nueva autopsia. Los peritos descubrieron cianuro en el cadáver, los investigadores relacionaron el veneno con el supuesto frasco mencionado por el encargado. Se supo que Nilda Gamba, vecina de Yiya, murió el 10 de febrero. A pocos días un infarto mata a otra amiga de Yiya, Lelia Formisano de Ayala. A ambas mujeres, Murano les debía dinero y ambos cuerpos presentaban signos de haber sido envenenados con cianuro. El cianuro, era camuflado dentro de las masas.

El 27 de abril de 1979 la Policía detuvo a la señora Murano en su hogar, en la calle México. En 1980, fue encontrada desmayada en el penal donde estaba presa (Ezeiza); luego de eso, se le extirpó un tumor. En el mes de junio de 1982 el juez de Sentencia Angel Mercardo la absolvió de todos los cargos y la deja en libertad.

A mediados de 1985, en pleno juicio por los ex dictadores, Yiya había sido casi olvidada. Hasta que fue condenada. Ella insistía en que era inocente: Nunca invité a nadie a comer, fueron sus palabras.

Por reducción de la condena y la famosa ley del 2x1, salió de prisión después de 10 años. Se supo que a los jueces que intervinieron en su puesta en libertad les había enviado, como señal de agradecimiento, una caja de bombones.[1] No se sabe si alguien los probó. Su marido había muerto; su hijo, Martín, escribió un libro difamandola. En el año 1998 se sacó una espina, la de declararse inocente delante de una buena parte de la población en uno de los almuerzos del programa de TV de Mirtha Legrand.

A Yiya se la recuerda con una especie de cariño y es motivo de bromas en determinadas conversaciones. Su imagen de abuela bromista y sencilla continúa confundiendo a la población, que frecuentemente fantasea con su inocencia.

La autora argentina Marisa Grinstein la incluyó en su libro "Mujeres Asesinas con su caso titulado "Yiya Murano, Amiga" y en el año 2006, el programa de televisión de Canal 13 Mujeres Asesinas, rindió una especie de homenaje al epidosio, recreándolo en la serie, siendo Yiya interpretada por la actriz Nacha Guevara. Al final del epidosio, se ve a la verdadera Señora Murano añadiendo un comentario al respecto y defendiendo su supuesta inocencia, brindando pruebas a su favor.

En 2008 nuevamente volvió una denuncia contra Yiya, esta vez denunciada por su sobrina, quien dice que su tia la quiso envenenar con fideos con manteca, a los que les habría puesto veneno según denuncia su sobrina. Esto no se pudo comprobar.

En ese mismo año, fue invitada al programa de Mirtha Legrand a almorzar teniendo mucha repercusión, ya que como obsequió Yiya le dio una bandeja de masitas de confitería (bocados dulces típicos de Argentina) a Mirtha frente a las cámaras. Luego de dudarlo durante todo el programa, finalmente Mirtha Legrand probó una de ellas y no le sucedió nada. La situación se llevó a cabo en un marco de humor, aunque ella de nuevo insistió con su inocencia.

Durante los últimos años residió en el barrio porteño de La Boca, y actualmente vive en una residencia geriátrica para ancianos y a veces da entrevistas para la televisión cuando se hacen especiales recordando su caso.

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